Antes de saber que se podían plasmar los sentimientos en las hojas de papel, fue la lectura de un libro que me mostró lo que las letras al combinarse para trasmitir un algo producen en el ser humano, una cantidad de sentimientos y emociones que lo pueden llevar a la cordura o la locura o a un punto medio de equilibrio, gracias a una maestra que nos recomendó a sus alumnos de tercer grado de primaria la leída de la Búsqueda del escritor mexicano Alfonso Lara Castilla, a partir de ese momento las palabras escritas o dichas me producen sensaciones tan difíciles de dimensionar, pero tan fáciles de sentir como las mejores o las peores experiencias que los seres humanos somos capaces de producir y de experimentar. Así que, durante mi adolescencia, tras sentirme incomprendida como considero es normal en esta etapa de nuestro paso por el planeta tierra, comencé a escribir mis obscuros y sombríos sentires y pesares en las hojas de mis cuadernos que llevaba conmigo a la Escuela Preparatoria Ignacio Ramírez.
Desde entonces no solo procuro leer sino también sigo escribiendo en hojas de papel cuando se me vienen ideas producto de alguna reflexión, a la cabeza a raíz de algún suceso que esté viviendo en cierto momento. Fue entonces cuando quise atrapar mis experiencias de vida en las hojas de papel para que no solo se quedaran reservadas en mi cabeza y en mi corazón, y así la vida deje de ser efímera.
La mejor manera de expresar nuestras emociones y sentimientos es atraves de la escritura, muchas veces nuestra mejor herramienta para desahogar el corazon es un lapiz y un papel, ahi detras de esas letras viene el alivio al alma, cosa que es extremadamente reconfortante. Uno de los mejores talentos que pudo entregar Dios a hombre es el arte de escirbir, el llevar la musa por dentro para aliviar nuestra alma y el alma de quien nos lee.